BIOGRAFÍA:
Paul Auster es un escritor estadounidense, nació el 3 de Febrero de 1947 en Newark, Nueva Jersey. Casi toda su obra está ambientada en la ciudad de Nueva York. De joven tradujo poesía francesa, y fue también poeta antes de inclinarse hacia la novela. También ha trabajado para el cine. Hizo los guiones de la películas: Smoke, Blue in the Face y Lulu on the Bridge.
Mientras vivía en Brooklyn, obtuvo elPremio Médicis en 1993 por su novela Leviatán.
Sus padres nacieron en Estados Unidos, pero eran originarios de Europa central. Su contacto con los libros es bastante prematuro, gracias a la biblioteca de un tío suyo que se dedicaba a la traducción. Empieza a escribir a los 12 años, antes de descubrir el béisbol, uno de los temas que aprecen más en sus novelas. Entre 1965 y 1967, estudia en la Universidad de Columbia literatura francesa, italiana e inglesa. Empieza a traducir a autores franceses como Dupin y Du Bouchet y viaja a París. Volverá en 1967 para evitar ir a la Guerra de Vietnam, tratará de trabajar en el cine, aunque suspenderá el examen de ingreso al IDHEC. Escribió guiones para películas mudas que nunca se han llegado a rodar, pero que descubriremos más tarde en El libro de las ilusiones.
Durante los diez años siguientes, el trabajo será duro. Escribe artículos para revistas, empieza las primeras versiones de El país de las últimas cosas y de El palacio de la luna, trabaja en un petrolero, vuelve a Francia donde vivirá unos tres años (1971-1974) gracias a sus traducciones de Malarmé, Sartre o Simenon. También escribe poesías y obras de teatro de un acto.
En 1976 escribe su primera novela, Squeeze Play, y lo hace bajo el pseudónimo de Paul Benjamin, una suerte de novela negra con la que obtuvo escaso éxito editorial. Poco tiempo después de divorciarse, la muerte de su padre le proporciona una pequeña herencia que le saca de apuros y le inspira para escribir La invención de la soledad. Se publica su libro en prosa Espacios blancos... Conoce a la novelista Siri Hustvedt, con la que se casará en 1981. Se publica en 1982 El Arte del Hambre. Se empieza a reconocer a Paul Auster entre los grandes escritores. Entre 1986 (en que se publica Ciudad de Cristal) y 1994 (Mr Vértigo), publica novelas mayores como El palacio de la Luna y Leviatán. Vuelve al cine, y adapta junto al director Wayne Wang su relato corto El cuento de Navidad de Augie Wren. Smoke y Brooklyn Boogie se estrenan en 1995. El mismo Auster dirigirá Lulu on the bridge (1997), mal recibida por la crítica.
Vuelve a la novela con Tombuctú (1999), El Libro de las Ilusiones (2002), La noche del Oráculo (2004) y Brooklyn Follies (2005). En 2006 recibió el Premio Principe de Asturias de las Letras. En el año 2006 publica Viajes por el Scriptorium y comienza también la que va a ser su segunda película como director The Inner Life Of Martin Frost.
En 2008 publica su última novela hasta el momento: Un Hombre en la Oscuridad.
A continuación dos fragmentos de la novela Mr.Vertigo:
Yo tenía doce años la primera vez que anduve sobre el agua. El hombre vestido de negro me enseñó a hacerlo, y no voy a presumir de haber aprendido el truco de la noche a la mañana. El maestro Yehudi me encontró cuando yo tenía nueve años y era un huérfano que mendigaba monedas de cinco centavos por las calles de Saint Louis, y trabajó conmigo constantemente durante tres años antes de permitirme mostrar mi número en público. Eso fue en 1927, el año de Babe Ruth y Charles Lindbergh, precisamente el año en que la noche empezó a caer sobre el mundo para siempre. Lo representé hasta pocos días antes del crac de octubre del 29, y lo que hacía era más grande que nada de lo que esos dos caballeros hubiesen podido soñar. Hacía lo que ningún norteamericano había hecho antes que yo y nadie ha hecho desde entonces.
El maestro Yehudi me eligió porque yo era el más pequeño, el más sucio y el más abyecto.
–No eres mejor que un animal –dijo–, un pedazo de nada humana.
Ésa fue la primera frase que me dirigió, y aunque han pasado sesenta y ocho años desde esa noche, es como si todavía pudiese oír las palabras saliendo de la boca del maestro.
–No eres mejor que un animal. Si te quedas donde estás, habrás muerto antes de que acabe el invierno. Si vienes conmigo, te enseñaré a volar.
–No hay nadie que pueda volar, señor –dije–. Eso es lo que hacen los pájaros, y estoy seguro de que yo no soy un pájaro.
–Tú no sabes nada –dijo el maestro Yehudi–. No sabes nada porque no eres nada. Si no te he enseñado a volar antes de que cumplas los trece años, puedes cortarme la cabeza con un hacha. Te lo pondré por escrito si quieres. Si no cumplo con mi promesa, mi suerte estará en tus manos.
Era un sábado por la noche a principios de noviembre y estábamos de pie delante del Café Paraíso, una taberna fina del centro que tenía una orquesta de jazz compuesta por músicos de color, y vendedoras de cigarrillos con vestidos transparentes. Yo solía merodear por allí los fines de semana tendiendo la mano, haciendo recados y buscando taxis para los ricachos. Al principio pensé que el maestro Yehudi era sólo un borracho más, un rico buscador de alcohol que se tambaleaba por la noche vestido con un esmoquin negro y un sombrero de copa de seda. Su acento era extraño, por lo que me figuré que no era de la ciudad, pero eso me tenía absolutamente sin cuidado.[...]
[...]En el fondo, no creo que haga falta ningún talento especial para que una persona se eleve del suelo y permanezca suspendida en el aire. Todos lo llevamos dentro –hombres, mujeres y niños–, y con suficientes esfuerzo y concentración, todo ser humano es capaz de duplicar las hazañas que yo realicé cuando era Walt el Niño Prodigio. Tienes que aprender a dejar de ser tú mismo. Ahí es donde empieza, y todo lo demás viene de ahí. Debes dejarte evaporar. Dejar que tus músculos se relajen, respirar hasta que sientes que tu alma sale de ti, y luego cerrar los ojos. Así es como se hace. El vacío dentro de tu cuerpo se vuelve más ligero que el aire que te rodea. Poco a poco, empiezas a pesar menos que nada. Cierras los ojos; extiendes los brazos; te dejas evaporar. Y luego, poco a poco, te elevas del suelo.
Así. [...]
jueves, 16 de octubre de 2008
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